martes, 17 de junio de 2008

NORMAN ROCKWELL

Siempre me han fascinado las imágenes de Norman Rockwell. Cuando era niño me encantaba copiar sus láminas una y otra vez, casi consiguen que dibuje mejor que un mandril, pero esta es otra de mis secuelas artísticas sumergidas en el pozo de promesas a olvidar. A esa edad el espíritu irónico de Rockwell aun no lo reconocía, pero sus ilustraciones hacían parecer que Estados Unidos era un mundo mejor. Con el tiempo aprendes a verlo como a un Frank Capra de los lápices intentando levantar ese ánimo post bélico a principio de los años 40, donde sus dibujos nos iluminaban con escenas cotidianas donde el sueño americano, se colaba en nuestras miradas en forma de una merienda con galletas caseras de la abuela o apuestos soldados regresando a casa, donde les esperaba el hogareño recibimiento de la familia y el cálido sentimiento de haber honrado a la patria. Con el tiempo, estas lecturas gráficas pude verlas desde un punto de vista más irónico, más acorde con la personalidad de Rockwell, concienzudo defensor de las minorías. Pero si hay un cuadro que con el tiempo aprendí a querer, fue este que nos acompaña arriba. En el podemos ver un autorretrato de Norman pintándose a él mismo. Lo mejor de su lectura es reconocer los minuciosos detalles que salpican la obra, entre otras cosas comprobar con el humor sutil que se autoretrata, dibujándose más joven y espléndido, haciendo desaparecer su aspecto cansado y viejuno, lejos del anciano sin mirada y con cuello de tortuga que podemos ver en el espejo. Detalles como ese humo procedente de la papelera, nos revelan más rasgos del autor, donde nos hace un guiño a su fama de despistado y desordenado, propenso a incendiar más de una papelera utilizándola de cenicero y pira ocasional. La pipa resultante del dibujo, se nos muestra en posición rígida en un alarde de optimismo, contrastando una vez más con el original. Muchos detalles envuelven a esta lámina que me encantaría descifrar, pero lo dejo a vuestra lectura y perspicacia, así como todas las laminas de este maravilloso ilustrador, que siempre debería ser recordado como cronista irónico de la sociedad estadounidense, además de referente publicitario.

¿Nunca os habéis fijado la gran influencia visual de Rockwell sobre David Lynch? Recordad “Una Historia Verdadera” y esos gruñones ancianos con pantalones de peto y camisas a cuadros, viviendo su jubilación a cámara lenta entre cortadoras de césped y jardines inmaculados.

Supersonic-Man

9 comentarios:

syl dijo...

Ooooh Rockwell! Pues no había pensado en la influencia en esa peli de Lynch (!!!), tan especial para mí, por cierto... :)

Anónimo dijo...

Esa escena de él refugiándose de la tormenta en un granero mientras el viento mece el heno...........

Anónimo dijo...

Ese pastel de manzana enfriandose en el alfeizar de la ventana...mientras bombardeaban Hiroshima, claro.

Anónimo dijo...

creéis realmente en la influencia? o mas bien en la casualidad dado que los dos son norteamericanos? lo que plasma Rockwell en sus pinturas, como bien has dicho, son crónicas de los tiempos que le tocó vivir y en diversos ambientes norteamericanos y lo que nos presenta Lynch en la peli es la actualidad de una zona rural que aún mantiene costumbres de principios de siglo XX...para mi el detalle de los ancianos con monos tejanos es pura casualidad...aunque reconozco que es entrañable ver esta influencia sobre todo para alguien como tú que se confiesa abierto seguidor de ambos, no? :)

Anónimo dijo...

El mundo de Rockwell es maravilloso, me traslada a años pretéritos, los de los personajes y los míos. Gracias por recordarlo, socio!

Anónimo dijo...

No sólo se notaba esa influencia en Una Historia Verdadera, también podemos ver esa estética american naif en Twin Peaks y Terciopelo Azul. El modo de vida americano palpita en sus fotogramas, imprescindible para poder darle la vuelta al calcetín y descubrir todas sus costuras, remiendos y deshilachados.
Lynch mama de muchas fuentes de la pintura como Francis Bacon, Magritte y sobre todo de Edward Hooper (cómo no)
Incluso en Carretera Perdida podemos encontrar escenas sacadas del hiperrealismo de Rockwell. Esa escena del nuevo Fred tomando el sol en su jardín junto una simbólica valla blanca.....
La influencia no siempre tiene que incedir directamente en una referencia voluntaria en la manifestación del autor. Si yo decidiese hacer alguna película (je je) seguro que brotarían rasgos reconocibles del cine Lynch, Lars Von Trien, etc....(en sueños, claro). Llámalo influencia, guiño, plagio o entrañable.

Anónimo dijo...

Yo creo que siendo americano de cierta edad es más que probable que tengas grabado en la retina irremediablemente al Sr. Rockwell, sin ir más lejos es el ilustrador que contrató cocacola para diseñar la imagen de Santa Claus tal como la conocemos hoy en dia.

Anónimo dijo...

Bueno supersonic...llámalo influencia, guiño, plagio o entrañable coincidencia

Anónimo dijo...

Lo prefiero llamar "contagiosa inspiración subliminal"