AT THE DRIVE IN

Otra vez ha vuelto a suceder. Le dije a mi hermana que apretara bien las ataduras que me inmovilizaban a la cama, pero sólo resistieron a los espasmos unos breves segundos después de haber pulsado el play de mi reproductor.
Ya no quepo en mi cuarto, donde ciertos objetos venerados corren peligro y el somier de mi cama a crujido en un mudo quejido de piedad. Mi guitarra invisible se ha disuelto en movimientos descontrolados insuflados desde los decibelios de mis auriculares. Salgo de la habitación y asusto a mi madre zarandeándola en el pasillo (con respeto, eso sí) y me proyecto en repetidos saltos inconexos hacia la puerta de salida. Bajo los escalones de cinco en cinco y el último tramo esquivo a un apurado vecino que me ve saltar por encima de la baranda. Giro dos o tres veces sobre mi dudoso equilibrio y exploto hacia la calle. Empiezo a desnudarme mientras ando por encima de las carrocerías de los coches aparcados. Las autoridades me detienen pero no me esposan, sólo despegan los auriculares de mis oídos. AT THE DRIVE IN



Un recuerdo de juventud cuando esta banda incendiaba nuestros equipos de música, Omar Rodríguez se dio a conocer y quedó sembrada la semilla de Mars Volta. Una inyección de Hard-Punk-Rock para afrontar con vigor estos largos meses que nos restan hasta las próximas fiestas. ¡¡¡Ánimo Fanzinerosos!!

Supersonic-Man