jueves, 21 de enero de 2010

ABANDONADOS

Un amigo un día me llamó para mostrarme el piso que acababa de comprar a través de un chollo en forma de desahucio de banco, de esas oportunidades que se te presentan rara vez. Siempre me ha repateado ir a ver pisos en venta o recién adquiridos. Hay personas que se excitan con esto, incluso siguen visitando pisos y más pisos aunque ya nos lo necesiten. Me imagino que debe que tratarse de alguna reafirmación de conciencia de que no son los únicos pringados del mundo. Bueno, el caso es que esta visita vino tentada con el atractivo de que era un piso abandonado hace muchos años por una familia morosa y con la benemérita llamando a su puerta. Mi amigo ya conocía mi desviación por los lugares abandonados y deshabitados, y sabía que ciertos detalles de su recién adquirida casa, iban a satisfacer mis expectativas.

Recuerdo muy especialmente como permanecía incorrupta una merienda lista para consumir encima de una mesita frente un caro televisor de muchas pulgadas, esto marcaba la hora de la precipitada huida de esta morosa familia. Entrando en las habitaciones, aun se percibía una inquietante sensación de vida interrumpida bajo una tenue capa uniforme de abandono. Camas sin hacer, cajones registrados como si se tratase de un torpe atraco, fundas de cámaras de videos y de ciertos contenedores de posibles joyas, permanecían no muy lejos de sus verdaderas estancias y como colofón, una nevera por la cual asomaba por las juntas alguna especie de vida desconocida proveniente de alguna descomposición más allá de lo que mi estómago quería averiguar. La peculiar visita me recordaba a una de esas películas-documentales que amargaron mi pubertad, donde nos aterrorizaban con secuencias de los efectos de una detonación nuclear en una gran ciudad. Tiempos de Reegan ¿te acuerdas viejo senil?
Pero más que los pisos, siempre me han atraído todas esas fábricas y factorías abandonadas por quiebras, inadaptación o simplemente por caprichos de las deslocalización. Todas las grandes ciudades industrializadas tienen sus propios cementerios repartidos por polígonos, zonas portuarias y solares inhóspitos, y todas me piden a gritos agónicos que las visite, que la próxima vez que pase ya habrán pasado el cepillo de la especulación y la infamia comercial. Y yo me repito que sí, pero con una cámara de fotos y la suerte de que capte parte del arte del abandono, con sus ecos, con sus fantasmas y esos hilillos de luz asomando por un frágil techo.
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Estuve trabajando hace eones en la fábrica de Hispano Olivetti, justo donde ahora han construido un centro comercial para zombis. Por aquel entonces ese mastodonte que en sus años de gloria fue una factoría modelo, sólo funcionaba un 10% de sus miles de metros cuadrados y el resto era morada de nidos de gorriones, gatos y muchos recuerdos de algo que esplendió gran actividad e incluso vida, aunque estemos hablando de trabajo. Me apasionaba perderme por sus columnas y sus maquinarias enmudecidas, así como oficinas y lavabos donde ciertos detalles y con cierta imaginación, te daban pistas de qué tipo de espectro o fantasma custodiaban esas estancias abandonadas al recuerdo y a las capas de polvo como único testigo de la edad de las cosas. Pero no, no tengo fotos para enseñaros, pero si os puedo dejar ciertas direcciones que he ido recopilando durante hace un tiempo, donde buenas fotos y por supuesto buenos fotógrafos, han llevado sus cámaras por esos lugares a la suerte de algún grafiti y muchas corrientes de aire. Estaciones de tren, manicomios, hospitales, cárceles, escuelas…
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Algún día os enseñaré las mías, no tengo prisas. Mirad a vuestro alrededor, quizás en un futuro alguien se pase por estas estancias intentando imaginar qué tipo de blog leíais y cuánto esplendor despidieron vuestra vidas.
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Para visitar:
Abandonados a su suerte (genial blog especializado)

La crisis nos promete grandes abandonos.
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Supersonic-Man

5 comentarios:

PAYMON dijo...

¡Ja! A mí también me encantan (nunca mejor dicho) los lugares en desuso. Hospitales, cárceles, fábricas...y el sueño de mi vida: un paseito por un parque de atracciones abandonado. Si lo encuentro te llamo...para que vayas otro día, porque lo genial sería ir solo ;)
Por cierto ¡Qué casualidad! acabo de colgar un post en mi gruta sobre Smith Eliot (fotógrafa americana) y linkeo unas fotos suyas que te pueden interesar...

papish dijo...

SI que es verdad que los lugares abandonados tienen algo especial que nos atrae, quizás esa impunidad al campar a nuestras anchas por sitios donde antes hubo y ahora solo permanece. Ese gusanillo del miedo al aventurarse por lo prohibido, el ser testigos presenciales de todos los objetos que llevan mucho tiempo en la mima posición....
Hay algo mágico en todo ello.

Supersonic-Man dijo...

Geniales las fotos de Smith Eliot y si, reconozco que el disfrute de esta afición se saborea más en solitario.

Más que mágico yo diría encantador.

Barbasapiens dijo...

gracias a mi ex-trabajo, tuve la suerte de visitar muchos lugares abandonados, algunos dignos de muchas fotografias... atrayentes

enero dijo...

corroboro la idea que sustraes en la entrada de que lo atrayente en los lugares abandonados no son ellos en sí mismos si no todo aquello que sugieren las cosas que en ellos encontramos...un lugar abandonado, limpio y sin residuos para mí no tiene ni de lejos el mismo atractivo que otro con indicios de vida, de las que imaginar historias...supongo que todos tenemos algo de "voyeur", no?