martes, 13 de noviembre de 2007

AGENTES EXTERNOS

Para los que han dejado de ir al cine a causa de agentes externos. Para los que están a punto de dejar de ir. Para los que van siempre y sobreviven. Para los que no podemos ir por causas internas.
Vamos a recordar esos agentes externos:
Acomodadores inexistentes. He llegado ver verdaderas estampadas contra columnas y papeleras en la plena penumbra del cine, ¿pero qué coño?. Qué hubiesen llegado antes¡
Palomiteros clásicos. No les basta con regurgitar ese maíz a precio de caviar iraní, que además arañan el fondo del cartucho para atrapar esas bolitas sin abrir que harán las delicias de estruendo una vez machacado por la muelas,
El Parkinson. Esos golpecitos en nuestra butaca. El primer golpe es ocasional. El segundo nos pone alertas. Esperas el siguiente con nerviosismo, no acaba de llegar, pero justo cuando estabas recuperando las pulsaciones, llega la gran coz. Nos hierve la sangre, el sudor nos huele y ya casi ni te acuerdas de lo que has venido a ver. Es el momento de responder con un empujón de nuestro respaldo hacia atrás. Hincas los talones, te agarras al apoya brazos y te estiras para atrás como si estuvieses poseído, pero descubres que un zapato con un pie reposa en tu apoya abrazos. Es el momento de levantarte e irte.
El comentarista. Hace la crítica ahí mismo, justo detrás de tu oreja. Es ilustrado, ya que siempre nos recordará aquello de que el libro es mejor que la película, y son capaces de rectificar la traducción subtitulada. Entienden de todo, pero nunca sabrán de donde procede ese misterioso pitido en el cementerio donde tiene enterrado a sus muertos.
El busto. Un problema de columna le impide recostarse en el asiento. Pueden resistir en esa posición una trilogía entera. ¿Para cuándo subtítulos en la parte superior de la pantalla? ¿Para cuándo guadañas junto a la butaca?.
El paseante. Llega el último, hace levantar una fila entera para pasar, tropieza con cascos de moto y hace caer las monedas de los bolsillos de las chaquetas que tenemos en el regazo. Una vez sentado se levanta para ir a mear. No empecéis a odiarlo todavía, por que antes de que acabe la película se levantará para no tener que hacer cola al salir, si antes no le llaman al móvil.
La risa solitaria. Se trata de algún individuo-a que estalla a reír tras un diálogo difícil de seguir e incomoda al ilustrado cine, ya que temen haberse perdido algo demasiado sarcástico o algún guiño a Dostoievski que no logramos recordar. Siempre he pensado que es una grabación de la sala para hacernos sentir estúpidos.
Bolsitas ruidosas. Acordaros de este nombre, Polipropileno de Baja Presión . Si después de ver una película sufrís tics nerviosos y ansiedad, es por culpa de este invento infernal. Y recordad que algún empresario de golosinas o snacks se pasea por ahí con un Ferrari en lugar de un Mercedes gracias al dinero que se ha ahorrado al no utilizar en sus envoltorios Polipropileno de alta presión , osea, la que no hace ruido.

De capullos estamos rodeados, en el trabajo, conduciendo, en el instituto, en la comunidad de vecinos, etc.... espero, creo y deseo ser molesto en algún acto subconsciente hacia esta sociedad intolerante. Por si las moscas me iré cagando en cada uno de todos estos agentes, no vaya a ser que al final mi ser haya conseguido llegar a la perfección y no me haya dado cuenta todavía. Sonreíd joder, sonreíd.

Supersonic-Man

4 comentarios:

syl dijo...

Jajaaja...¿nos tenemos que autodefinir así en público y todo? Bueno, va, yo soy la de las bolsitas ruidosas :)) Un poco de autocrítica siempre va bien...muy divertido el post :)

Anónimo dijo...

Polipropileno de baja presión, recuerda.
Yo prodría ser Un Busto, ya que al ser alto seguro que más de uno se a quedado sin ver el final de Seven.
Supersonic-Man

Anónimo dijo...

Simplemente, genial. Dijiste todo lo que es posible decir y de la mejor forma.
Barbasapiens

Unknown dijo...

Genial Super, como siempre!
Me rio mucho...sigue deleitándonos con tus crónicas sociales, por favor!