domingo, 20 de mayo de 2007

DE FLEQUILLOS Y PITILLOS


Bien es conocido que el mundo de la música no sería lo mismo sin la imagen. No debería ser así, puesto que la propia definición de música no se basa en lo visual, sino en lo audible. Pero si aceptamos y comprendemos que la música hoy en día es una gran industria que produce fortunas, deberemos admitir, muy a nuestro pesar, que la imagen y la música son indisolubles para conseguir cierta repercusión.
De la cantidad ingente de grupos que últimamente aparecen hasta debajo de las piedras, nos vamos a fijar en los que de un tiempo a esta parte son un refrito del refrito del poso de lo que fueron los grupos de finales de los 70 y principios de los 80, tamizados y pasados por el colador chino de los productores más astutos y que engloban tanto a la New Wave como al Punk 77, pasando por el Kraut Rock o el Pop recargado de hombreras y laca.
Cierto es que todos los grupos tienen y han tenido sus influencias, pero cuando estas influencias son más una moda que se impone por las tiendas de ropa y las marcas, la verdad es que nos porculea. La consecución lógica de cualquier grupo es lo que inmediatamente le ha precedido, o por otras circunstancias, le gusta o le marca. Lo que huele a chamusquina es la cantidad de grupos-clones que coinciden en el tiempo y el espacio y que lo son no sólo de los de hace 30 años, sino entre ellos. El mundo del rock se está convirtiendo, salvo excepciones, en el Operación Triunfo de la temporada.
¿Pero saben qué es lo más curioso, queridos televidentes? que en parte nos gustan, nos atraen, nos hacen bailar y pasárnoslo bien, nos hacen disfrutar en las discotecas, bares y conciertos, y sería ciertamente hipócrita no reconocerlo e ir sentando cátedra.
Quédense pues con un claro ejemplo como es este engendro anoréxico cual espantajo de los melones, vulgar imitador de Ian Curtis, pero que ha firmado una gran canción. Y si quieren más, vayan al Summercase.

Beta.

White Rose Movement - Girls in the Back




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