CRÓNICAS PRIMAVERA SOUND 2011

Solucionados los problemas con el desastre de la tarjeta recargable del primer día, el viernes todo volvió a la normalidad y la organización pareció remontar el buen pulso que le precedió en los últimos años. Al final para acceder a la barras se aplicó lo que toda la vida ha funcionado, pagar en efectivo sin tonterías de tickets ni inventos siniestros, y si encima llevabas el precio de la consumición justo, pasabas a ser el bebedor vip de la barra. Esto por un lado, por otro tengo que decir que el comportamiento del respetable en los conciertos, fue de los más digno y aceptable, ya que no recuerdo haber tenido que aguantar a ningún coleccionaconciertos mamarrachear ni rebuznar durante las actuaciones, y esto es una dato que contrasta con ediciones anteriores. Ahora parece ser que todos están demasiado concentrados en su móviles, enviando mensajes o chateando con el de al lado o viendo el video online del escenario Llevant, que quedaba un poquito alejado.

Este año tengo que asumir resignado, que los miembros de la caterva y agregados de lujo que han asistido al evento, hemos tenido que sufrir el sofocante ridículo de ir vestidos con atuendos de lo más inapropiados e irreverentes , ya que parece ser que llevar unos tejanos trotaconciertos, una camiseta negra con alguna estampación de grupo poco conocido y no estar afectados por dioptrías y otras parafilias oculares excusantes para llevar gafotas de plástico, nos hacía quedar como ectoplasmas andantes del pasado o algo peor. Si algo te queda mal y deforma aún más tu figura u oculta cualquier parte humanoide de tu cuerpo, o si algo no combina tanto en colores como en conjunto o lo que es lo mismo, tu abuela te dice que ibas muy decente y recogido, eso es que estabas en el PrimaveraSound 2011. Como prenda estrella del postín, estaba el pantalón corto tipo Samantha Fox's (ahora que lo había conseguido olvidar).
Bueno, una vez sondeado los puntos interesantes del festival, paso a aburriros con deidades y exageraciones sobre las orquestas que pude disfrutar en esta edición de la que ya puedo asegurar, que fue la mejor de todas a las que he asistido hasta la fecha . Los motivos por orden de fascinación son estos.




SWANS. ¿Alguna vez os ha sucedido que no hay palabras inventadas para describir un momento único y alucinante de tu vida? Pues lo que mi pobre léxico me deja (y prometo no utilizar el botón derecho del ratón para buscar sinónimos) son adjetivos tímidos y fríos que sólo reflejaría el entusiasmo desproporcionado de un seguidor exaltado. Lo dejamos en APABULLANTE y que cada uno juzgue mí no-crónica sobre el concierto, que apunto ya como el mejor del festival y respondiendo a las palpitaciones que aún permanecen en mi cuerpo, unos de los mejores directos que he visto en mi vida.

EINSTÜRZENDEN NEUBAUTEN. Los de Blixa demostraron que ni un festival puede disipar el control del engranaje de su ferretería. Sonaron perfectos como de costumbre y demostraron una vez más, que ellos van por otro camino, cuando algunos aun gatean sólo por donde hay luz. Un camino construido con retales de desconstrucciones y vanguardias perdidas en su insignificado, ya que ellos ya eran vanguardia hace 30 años y ahora yo, un sumiso dadaísta consumado después de haberlos disfrutado por tercera vez. Enormes una vez más.

GRINDERMAN. Ya puedo redimir mis heridas de aquel tibio concierto de Nick Cave y los Bad Seeds en ese pabellón de deportes y con las llagas cicatrizadas por Grinderman puedo cantar iluminado aquello de ALELUYA una y otra vez, porque el predicador ha vuelto con nosotros para recordarnos que seguirá reinando por muchos años, ya que las semillas que ha ido sembrando, no todas son malas o caducas y de su siembra brotaron también malas hierbas, de esas que nunca mueren como Lázaro y ortigas que hacen escocer un escenario. Ha vuelto el canalla, el golfo, el trasnochado, el iluminado y si los discos aún no te han convencido, tal vez sea porque aún no los has visto en directo. ¿Estoy hablando de Nick Cave o de Warren Ellis? ¡Aleluya!

WARPAINT. Por qué será que me las imaginaba en una tarde de primavera con un ligero viento y un escenario abarrotado de gente expectante…….Hipnóticas, etéreas, sofisticas y la sensación de que ya llevan muchos años en esto de sacar grandes discos y pedazos de conciertos.

ARIEL PINK’S HAUNTED GRAFFITI . Descarado y sinvergüenza y con la impresión de que todo lo improvisan sobre la marcha. Pop-marciano por poner una etiqueta a lo inclasificable. Aunque el repertorio no fue el más acertado, consiguieron ganarse al público. El Pop y la desfachatez una vez más de la mano, y yo me pregunto ¿cuál es el problema?

PJ HARVEY. Lejos han quedado los conciertos sucios de Pj Harvey,para dar paso a la sobriedad, seriedad y si se permite frialdad, de una Pj Harvey que está por encima de todo. Su talento es indiscutible, es una artista atemporal. Tal vez lo único achacable de su nueva propuesta es que deba disfrutarse en recintos más íntimos, mucha de la magia que desprende su show tiende a perderse en una masa tan grande de gente. Aun así una hora y cuarto de puro disfrute.

INTERPOL. Hay que ser muy buenos para tocar tras Grinderman y después de pasarme media jornada haciendo colas e intentado beber algo (y me refiero a algo), y conseguir llamarme la atención. Pues eso, para no haberles prestado atención nunca, consiguieron gustarme y algo más.

BLANK DOGS, JULIA KENT, MALE BONDING, SHELLAC, LOW Y FLEET FOXES también fueron parte del menú a la carta de este año, pero a estos serán otros los que hagan la crónica, yo me despido sin el resentimiento de no querer volver más a un festival y eso sí que es toda una sorpresa.

Supersonic-Man