GRAVE ENCOUNTERS

Ver hoy en día una película de vampiros, licántropos y zombis, es un ejercicio de cultura autodidacta donde buscamos nuevos datos, nuevos aportes que despierten algún halo de interés en un género sobreexplotado y en la mayoría de las ocasiones, mancillado. Sus visionados son pura inercia, hasta el punto de que los vampiros y licántropos hoy en día campan por las hormonas de sagas consumibles por adictos a Disney Chanel y los Zombis arrastran sus tripas por series inertes donde nada sucede y todo se predice. Pero miedo, miedo bien poco, como mucho algún sustillo proveniente de algún efecto sonoro, poco más, y no nos engañemos, para casquería y desmembramientos ya está el Sr. Meel Gibson dirigiendo películas. Pero algo sucedió con desde el intencionado falso documental de “El Proyecto de la Bruja Blair” (1999) y por lo visto funcionó a cierto nivel, ya que ha creado una cierta estela de películas de muy bajo presupuesto en donde podemos encontrarnos una vez más con ese miedo que tanto anhelamos. Y se trata de devolver al cine de terror a su hábitat natural, o sea, su familiaridad y cercanía que genera las reacciones más primarias en el hombre: desorientación, pánico, miedo de haberse perdido irremisiblemente, hambre, y horror sólo de pensar que no se va a salir vivo de ésta. Y es que no nos engañemos, verse a través de los infrarrojos ya de por sí, da caguele. “El Proyecto de la Bruja Blair” no me quitó el sueño, pero si me devolvió la esperanza por el cine de miedo y mis reparos por meterme en una tienda de campaña. Bajo este patrón se estrenó en Sitges 'Grave Encounters' (2011), donde unos periodistas sensacionalistas y con mucho cuento, se encierran en un manicomio abandonado para exponerse sus leyendas urbanas, supuestas maldiciones y un pasado de los más inquietante.

En el film lo que no funciona lo hace de manera previsible, pero por otra parte las secuencias que si cumplen su cometido, lo hacen de manera incisiva y consiguen meternos en la pesadilla de perderse en una clínica de enfermedades mentales. En este género de terror, casi siempre, la parte en donde nada sucede es donde radica la tensión necesaria para despertar nuestro interés, en cambio las partes más explícitas nos alejan de su esencia y su cometido inicial.
Cine imperfecto para gustos imperfectos.

Consejo: Visionar el trailer sólo hasta el primer minuto.



Supersonic-Man