miércoles, 12 de mayo de 2010

MÚSICA EN VINO

Estamos acostumbrados a que cada cierto tiempo estudiosos y expertos varios (en general), nos deleiten con los resultados de arduas investigaciones que hacen que el resto de la masa no pensante o poco dados a la contemplación, nos maravillemos de lo diferentes que somos de las zarigüeyas y de los tritones. Un reciente estudio de una universidad británica con nombre serio y con 250 cobayas estudiantes del propio centro, ha demostrado que cierta música estimula la percepción de los sabores del vino. En este estudio van más allá y demuestran incluso que cada variedad de uva tiene sus “preferencias musicales”. Así por ejemplo, la Cabernet Sauvignon nos mostrará todo su potencial con una música fuerte, mientras que una balada tranquila nos ayudará a descubrir las virtudes de la uva Merlot.
Esta investigación se basó en la teoría cognitiva, que establece que la música estimula áreas específicas del cerebro (por eso a muchos nos ayuda a trabajar y a concentrarnos).



Yo me pregunto si actuará aquí el mismo estímulo que me obliga a tener que beber un buen vino en una copa adecuada y no en una cantimplora, o el que nos invita a no tomarnos un cortado descafeinado en un vaso de tubo, digo yo. El caso es que tengo la certeza de que algo de esto ya lo sabíamos, aunque nunca se llegó a vincular el tipo de uva a un tema de Tina Turner o Ottis Reading, pero con las cosas del vino ya se sabe, se empieza con los taninos y los sulfitos y acabas pagando una bochornada por 75cl de sabores aterciopelados con intenso sabor a moras maduras (y alcohol, claro). A lo mejor Tio Einar me puede corroborar que un Jameson 12 years sabe inmensamente mejor sentados en la sala Apolo frente a Dave Douglas dando un recital de free-jazz, o que con Chivas 21 años viendo la trilogía del "El Señor de los Anillos" escuchas voces élficas en tu cabeza. O puede que Enero me lleva la razón en que un oporto o un vino de Alentejo tienen más expresión y carácter escuchando fados en directo. Y antes de continuar machacando mi sospechosa imagen de snob, tengo que añadir que la cerveza aguada de barril en las fiestas de mi pueblo, escuchando Rosendo o Paquito el Chocolatero, es la mejor del mundo.
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Por lo cual como gran amante y aficionadillo al vino y gran voluntarioso escuchador de música que intento ser, no me queda más remedio que encomendarme a este singular feng-shui enológico-musical y simpatizar con el dichoso estudio que los vincula, de la misma manera que cuando conocí los métodos bodegueros de Aurelio Montes que le ponía canticos gregorianos al reposo de sus barricas, para optimizar la crianza del mismo. Cosa que no deja de tener cierto sentido, ya que fueron los monjes los encargados de inventarse el tema de la vinacha y otros vicios. De la misma manera que no pongo en duda que escuchando a Miguel Bosé o El Canto del Loco se te pueda corromper en tus manos hasta el calimocho más cargado del mundo.

¿Para cuándo un estudio de alguna universidad de higiene mental vinculando los calostros de la leche fermentada o los efectos del garrafón, con la escucha de la radio fórmula en este país de bares y chotas? ¿Para cuándo una fusión entre bodeguillas y tienda de discos con ofertas de vino con Cd y porrones juntos a los auriculares de escucha?
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Para ir abriendo cata, os dejo con una cosecha norteamericana con delicados matices a frutas amargas y dulces, con intenso aroma a inocencia y un final en el paladar a misticismo y carácter de crianza reposado, pero con perspectivas. Salud.





Supersonic-Man

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un auténtico gozo abrir una botella de buen vino y sentarte en el sofá a disfrutarlo con buena música.
Gran post.

Sata

sylvia dijo...

Lo mismo digo!

Supersonic-Man dijo...

de eso se trata,de disfrutar, y que otros hagan los estudios.