JANELLE MONÁE - SALA APOLO

Por los pelos he visto a la Janelle Monáe. Todo apuntaba a que después suspender el concierto previsto en octubre, la próxima actuación dado su meteórica ascensión, ya sería en alguna sala más grande y a un precio más absurdo. De hecho, sobre el inexplicable aplazamiento, flotaba la sospecha de estrategias oscuras de taquillaje. Aún tuve mis dudas cuando anunciaron que se rescataba el concierto para la fecha de ayer, ya que la actuación de los Grammy provocó que las entradas se agotaran con una semana de antelación y el aquí presente, consiguiera las suyas horas antes de que en internes se colgara el cartel de agotadas. Un cambio de sala menos disfrutable pesaba sobre mi conciencia durante esta semana, pero por los pelos, por fin ya he visto el tupé de la Janelle.

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Por cierto, para los que se hacían la pregunta de si el tupé de la Monáe era indestructible, os puedo decir que al final de concierto se despeluchó con naturalidad a consecuencia del vigor con que se aplica en el escenario. Se presentó tarde como las grandes estrellas, y como una estrella apareció anunciada por un maestro de ceremonias con chistera y usos neworleanos. Si, estuvieron todos los músicos que aparecen es sus estelares actuaciones, y en los momentos más frenéticos del directo, llegué a contar hasta trece enloquecidos súbitos del funk y soul que se contorsionaban, saltaban al ritmo que les imponía Janelle, el mismo que consiguió contagiar al repleto Apolo que acabó tan desbaratado como su tupé. Nada postizo, os lo puedo asegurar, tal vez un disco sobrevalorado y superproducido, pero sus directos están ahí, para demostrar que si James Brown fue enorme, fue gracias a sus directos y Janelle lo sabe y así nos lo hizo saber, con teatro, con baile, con una puesta en escena apabullante y dejándonos bien claro que ya nunca le vamos a disfrutar tan de cerca ni tan brillante.

Supersonic-Man