FUMATA MULTICOLOR

De pequeño la educación que recibí fue lo suficientemente eficaz como para instaurarme en el baúl de los miedos la milonga de que el día que no haya pápas, se acabaría el mundo. La sentencia era lo suficientemente acojonante como para no atreverme a preguntar si la tierra explotaría como una piñata así sin más, o si una cruzada de almas desnortadas nos devoraría en nombre de Dios. El caso es que hoy estamos sin pápas y todo sigue igual de mal que siempre. Ni los sobradísimos cálculos de los Mayas, ni el piedro que les cayó a los rusos hace unas semanas, nada ha podido acabar con este mundo.

Ahora un montón de viejunos ataviados con ropajes para no tener que llevar gayumbos, se encierran en una sala con tufo a cera derretida y emitirán sonidos guturales aderezados con disparates y barbaridades. Nunca he llegado a comprender, qué le ven las mayorías de las religiones a la insistencia de juntarse una torva de hombres a cacarear sobre asuntos siniestros excluyendo a la mujer. ¿Qué puede salir de una reunión de hombres orgullosos de ir disfrazados y con el convencimiento de ser los elegidos para salvar nuestras almas? Pues creo que ya lo sabemos. Muy mala leche.
Si, pensamientos sombríos y sobre todo el ‘a ver quién la dice más gorda’ , pero sobre todo, muy mala leche.



En mi vida, las veces que me he visto involucrado en tumulto de hombres, siempre ha sido involuntaria. Una fue el servicio militar, donde una homosexualidad sigilosa embriagaba los olfatos más sensibles al hedor varonil concentrado. Hombres desmedidamente presumidos para convivir las 24 horas con hombres y más hombres. Lo digo en serio, mi olfato sensible al hedor varonil no salía de su asombro, y como de una ceremonia sólo atribuible a pavos y gallos, se repetía cada día de mi encierro.

Hacer la mili en Top-Gay no es casualidad


La otra vez fue en un colegio de Opus Dei. También contra mi voluntad. Mis padres pensaron que mi falta de interés por los estudios y cosas de institucionalizarse lo solucionaría Dios y sus secuaces. Una vez más, las buenas intenciones de nuestros padres se convierten en una purga de sus pecados a través de sus vástagos. Pues si, como ya os estaréis imaginando, el clima homosexual era de lo más inquietante, no por miedo y rechazo que yo pudiese tener, sino por la maneras, las formas, los usos. Qué os voy contar………

Que conste que lo único que tengo en contra de la homosexualidad es su represión.

Religión y ejército. Nunca la industria láctea ha sido de peor calidad que en esta logias, y si algo tiene que salir de esas brillantes mentes que las componen, sólo puede ser mala leche. Desde entonces no tengo costumbre de frecuentar concentraciones de hombres, aunque en más de un concierto me haya visto envuelto en un inevitable ”campo de nabos” . Ahora que sé que el mundo, tal como lo conocemos, no se va acabar, es cuando mis miedos se transforman en ilusiones y sueño desde una incontenible decencia con un mundo lleno de mujeres donde poder descansar de tanta estupidez y tanta cretinez . Es más... ¿Cuántas veces hemos deseado que los papas se fueran de casa y nos dejaran solos?
Pues eso, a disfrutar del edén. ¿Alguno se apunta?

No me canso de ponérmelo. Ese grito debería de ser más famoso que el de Tarzán.

Supersonic-Man