Llamadme nostálgico si lo deseáis, pero no creo que la música y el cine de hoy en día sea mejor que el de antaño, aunque todavía no he dejado de cabalgar por sus infinitas transformaciones ¿Realmente existe un momento en la vida en la que te apeas de esto? Supongo que cuando te arrascas la barriga, mientras intentas subirte el pantalón a la vez esbozas lindeces como que -
Iron Maiden, esos si que hacían buena música y no la que se hace ahora..- es un aviso de que hace tiempo te derribaron de la montura y te robaron el corcel, y lo que es peor (o mejor, según se mire) todavía no te has dado cuenta. Pero bueno, las
circunstancias son las circunstancias y no siempre hay que
juzgar a la ligera. Tal vez me llegaron ya las horas de las batallitas y hoy me vea con la sensatez de afirmar, incluso presumir, que he rebasado ya varios obstáculos, esos obstáculos que vienen disfrazados de consejos y posiblemente, acompañados por una palmadita en la espalda y un socarrón -
Ya verás cuando te eches novia - o un -.. c
uando te cases se te cortaron las alas..- o el imprescindible - ...c
uando tengas un hijo se te acabarán las tonterías, sino ya verás...-
Ahora mismo el único consejo que rescataría y sellaría en el cuero de mi montura, sería aquello que ya he predicado alguna vez, pero insisto NUNCA PERDAÍS LA CAPACIDAD DE SORPRENDEROS.
Eso mismo es lo que me proporciona la música, el cine , la literatura, etc. pero claro, también hay una pasión exenta de conflictos y modas que nunca cede al aburrimiento, nunca espira al cansancio, ni se arrodilla a falsos profetas. Si ahora mismo estás leyendo este rollo, puede que cabalguemos por esos mismos caminos iluminados y entonces sólo me quedaría decir aquello de
¡Cabalgad! ¡Galopad! ¡Cabalgad hasta la desolación y el fin del mundo! ¡Avanzad sin temor a la oscuridad! ¡Luchad! Caerán las lanzas, se quebrarán los escudos. Aún restará la espada. Rojo será el día hasta el nacer del sol.
Veís como ya me han llegado las horas de las batallitas.
Y todo esto porque tenía ilusión de subiros este fragmento de
Los Nibelungos, donde un ingenioso dragón articulado por medio de rudimentarias poleas y tensores son manejados desde el interior por uno o varios sufridores, y dan vida una bestia dotada de un extraño realismo que hoy en día, aún me
SORPRENDEN.
Al final todos necesitamos ser escuchados, nada más.
Los Nibelungos: La muerte de Sigfrido; 1924Supersonic-Man